jueves, 5 de noviembre de 2009

MALEZAS EN TRIGO
Consideraciones sobre su control
Dada la diversidad de ambientes que caracterizan el área triguera de RADAR se dan algunas pautas generales para el
control de malezas en trigo, haciendo referencia sobre ensayos conducidos por la E.E.A INTA Bordenave.
La existencia de malezas en el cultivo provoca cierta interferencia que puede o no manifestarse en pérdida de rendimiento.
La cantidad e importancia varía considerablemente de un lote a otro e inclusive en diferentes años ante una misma
situación de manejo. Esa variabilidad depende del tipo y número de plantas de maleza por
metro cuadrado, del momento de aparición de las malezas respecto al nacimiento del
cultivo, influyendo la fertilidad del lote, la disponibilidad de agua, la densidad y la variedad
del cultivo.
Desde el punto de vista del control, podemos distribuir las malezas en los siguientes grupos:
1. Malezas gramíneas como la “cebadilla” (Avena fatua L.) y el “raigrás” (Lolium spp.).
2. Malezas de hoja ancha, “yuyos” que pueden agruparse
arbitrariamente en dos subgrupos:
2.1. De nacimiento temprano: aparecen generalmente junto
con el trigo, dependiendo de las lluvias. Podemos citar;
“sanguinaria”, “pensamiento silvestre”, “nabón”,
“manzanilla”, “capiquí”.
2.2. De nacimiento más tardío: “abrepuño amarillo”, ”
enredadera anual”, “nabos”, “cardos”, “yuyo esqueleto”.
3. Otras malezas de hoja ancha de presencia más errática son el
“perejilillo”, “yuyo moro”, “girasol guacho”, “quínoa”, “falsa
viznaga”, “apio cimarrón”, “falso cardo ruso”.
No todas compiten de la misma forma con el cultivo de trigo, ya que malezas anuales como
las mencionadas anteriormente, tienen un mecanismo diferente al de algunas perennes
como “yuyo esqueleto”. En este último caso se ha visto que la eliminación de la competencia
durante el cultivo, no produjo aumentos en rendimiento tan marcados como cuando la
misma fue eliminada antes de la implantación del trigo.
En general, se puede decir que la presencia de una maleza en el cultivo es una respuesta a la secuencia de situaciones
previas – rotaciones o labranzas – e influidas por las condiciones climáticas de ese año en particular. Así por ejemplo es
posible tener un mayor problema de “cebadilla” cuando el lote proviene de varios años de trigo o de un cultivo de ciclo
similar. Las malezas completan su ciclo y producen semillas que se acumulan en el suelo. De esta manera se forma una
reserva de semillas que permanecen ubicadas a diferentes profundidades, según las labranzas que se efectúen
posteriormente. Este almacenamiento garantizará a la maleza, la posibilidad de originar plántulas en los años siguientes.
Esos nacimientos no se producen en un solo momento. Una porción de semillas por razones de profundidad, quedan
guardadas para otro año y algunas de las que estén próximas a la superficie irán germinando en forma paulatina a medida
que vayan “despertando fisiológicamente” y recibiendo los estímulos de humedad y temperatura necesarios.
Ese nacimiento desuniforme y variable con los años, hace que algunos cultivos se desarrollen durante sus primeras etapas
con una baja población de maleza y otros, sembrados en el mismo potrero pero en diferente época, sufran una competencia
temprana muy agresiva.
En general, la tendencia descripta es aplicable a casi todas las malezas, si bien como se comentó antes, hay algunas que
tienden a ser más importantes en las primeras etapas y otras generalmente aparecen más tarde.
Conocer el momento en que se manifiesta la competencia de la maleza sobre el cultivo, resulta fundamental para efectuar
un tratamiento correcto que asegure algún beneficio sobre el rendimiento.

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